viernes, 11 de julio de 2014

Atención

Las religiones del mundo se convirtieron en guardianes de un conocimiento que no es directamente intuitivo. Es decir, si las religiones desaparecieran, este conocimiento desaparecería junto con ellas. Prueba de ello es el fracazo de las ciencia en resolver el problema de la "felicidad". Comenzando a finales del siglo 19 con las teorías psicoanalíticas de Freud hasta la psiquiatría moderna, el ser humano no ha logrado dar un solo paso para aliviar su desesperación.

El odio que siente por sí mismo es reflejado en todo lo que hace: opresión, injusticia, egoísmo, avaricia, etc. Desde el individuo hasta la nación se dirigen hacia la destrucción. Basta dar sólo unos cuantos ejemplos: la explotación del medio ambiente, el monopolio ecónomico, la desigualdad social, una cita médica donde eres atendido por cinco minutos y recetado medicina que no necesitas y cobrado 700 pesos, la felicidad mórbida que uno siente cuando a alguien le va mal, el deseo indestructible que tenenos de seguir adquiriendo no importa cuanto tengamos.

Le decimos odio porque ultimadamente es lo que causa nuestra miseria. Los guardines de este conocimiento se encargaron de mancharlo. O más bien dicho, se encargaron de desacreditarlo. A tal punto que en el siglo 21 hablar de este conocimiento es nada más que objeto de ridículo. Sin embargo el conocimiento allí sigue para "el que tenga oídos". Cada tradición desarrolló su propio lenguaje para expresar este conocimiento, el taoismo, el budismo, el sikhismo, el islamismo, el judaismo, el cristianismo, el hinduismo, etc. 

Un análisis superficial los hace ver aparentemente incompatibles. Pero al ir hasta el fondo del asunto se pueden econtrar muchas cosas en común. La más importante y esencial de todas es la concentración. A veces le llamaron meditación, otras veces deber, Jesús le llamó "velad y orad", otros le llamaron silencio, otros observación, otros lo describieron como una guerra, otros le llamaron compasión, otros sabiduría. Nosotros le llamamos atención.

El que pudiera mantener su atención sin distraerse un sólo instante se convertiría en un héroe. Pero no sólo eso. Al poner atención, el problema que los "genios" nunca pudieron resolver es resuelto instantáneamente.

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